Despertamos temprano y nos pusimos en marcha, debíamos ir a Santa Marta a comprar nuestro regalo de Navidad –ya que pospusimos la entrega, y la compra- y lo necesario para preparar un postre esta noche y llevarlo a casa de Orlando y Deyanira –los dueños del hostal, que nos invitaron a pasar el año nuevo con su familia.
No había tanto tráfico como otras veces que hemos ido al centro, era aún temprano. Lo que sí había era gente, por todos lados, las tiendas comenzaban a llenarse. Dimos una vuelta buscando mi regalo pero no lo encontramos, al paso del tiempo había más y más personas en las calles y las tiendas eran un caos; muchísimas mujeres comprando ropa o buscando tacones. Decidimos re-posponer lo de la entrega de regalos.
En el súper esquivamos lo más posible a la gente y tomamos lo necesario, no tenían lo que buscábamos para hacer un cheesecake así que optamos por la opción B: un postre con vino blanco y helado, el detalle fue que David no recordaba si debía ser helado de limón o de vainilla, tomamos el de vainilla. Salimos de Santa Marta sin hacer ninguna otra parada.
No se veía mucho movimiento en Taganga, la playa tenía menos personas que en días pasados y en los estacionamientos había poca cosa. En el hostal Orlando y Deyanira ya estaban cocinando la cena de esta noche. Los Quijotes estaban en las hamacas tomándose un mate y haciendo planes para el día.
Estuvimos en el hostal toda la mañana y buena parte de la tarde, se sentía un muy buen ambiente, todos de buen humor platicando de lo que fuera. Se unió Martin, un chico de Alemania que solo sabe decir “si, no, gracias, azúcar, café y cerveza” en español, muy agradable.
Por la tarde fuimos a darnos nuestro último baño en la playa del año. El sol golpeaba fuerte, igual que el viento, pero el agua estaba fría y más cristalina que otros días. La luz parecía hacer un surco dorado en el agua, faltaba poco para el atardecer. Salimos del agua y regresamos al hostal a alistarnos para esta noche.
Martin llevó una cerveza para cada uno y brindamos, luego Deyanira nos dio un plato con comida a todos, nuestra pre-cena de año nuevo: carne en posta, papas Aurora y arroz con coco –muy rico!.
El resto de la tarde lo aproveché para desear feliz año nuevo a mi familia por Skype, mientras me contaban cómo iban los preparativos por allá. David estuvo un rato también hablando con su familia. Nos es raro estar en un lugar tan diferente al que estamos acostumbrados, con clima frio, mucha ropa y la comida de nuestras madres/abuelas/tías.
A eso de las 8 de la noche nos fuimos para Santa Marta, en el camino vimos numerosas casas que tenían enormes bocinas al frente con música que retumbaba de golpe dentro de la Zaigua. Había tráfico y mucha gente en la calle paseando con su ropa brillante. no nos fue difícil encontrar la casa de Deyanira y Orlando –por suerte!. La familia estaba en el porche de la casa, conocimos a parte de la familia y luego nos pusieron bailar, mi pareja fue la sobrina pequeña –de 14 años-, ella se encargó de mostrarme los pasos e instruirme para no hacer el ridículo. Fue muy divertido.
Sirvieron la cena y la acompañaron con tragos de whisky. Nosotros fuimos a preparar el postre, solo había que poner el vino y el helado en la licuadora, al probarlo nos dimos cuenta de que cometimos un error: el helado debía ser de limón no de vainilla. El sabor de nuestro postre era un tanto extraño pero a algunos les gustó –al menos eso dijeron.
Sonaron las campanas y todos nos deseamos un feliz y próspero año, me tocaron cuatro uvas, en mi casa de comen 12 casi por ley, así que fui tras del ramo y corté mis otras ocho –me aseguré de que el resto tuviera sus uvas para no comerme la porción de alguien más…
Pedí mis doce deseos, fui la persona con más deseos en la casa, de hecho creo que aquí no llevan mucho eso de usar cada uva como una petición al universo/Dios/o a uno mismo.
Al poco rato nos despedimos de la familia, alrededor de la una de la madrugada. Pasamos una muy buena velada con ellos y el detalle de invitarnos a pasar la noche con su familia fue algo bastante lindo.
Regresamos a Taganga, había una gran reunión de viajeros en la playa, ahí estaban los Quijotes y Martin, música de jembee por aquí y por allá y muchas canciones –en su mayoría argentinas. Nos la pasamos muy bien.
Así cerramos este año que nos ha enriquecido tanto y nos ha llevado tan lejos. Comenzamos el nuevo año llenos de ilusiones, planes y ganas de ver a los que tanto queremos.
Andrea
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amelia (domingo, 13 enero 2013 03:44)
en casa te extranamos mucho, pero igual nos da alegria ver que haces lo que te gusta conocer gente y lugares nuevos