Cambio de planes

Este día fue largo y totalmente distinto a los planes que teníamos. Nos despedimos de los chicos en la finca, convencidos de que volveremos a vernos. La parte más divertida de la mañana fue poner la pegatina/calcomanía de ellos en la Zaigua. Llevaremos su imagen por Sudamérica!

No teníamos claro nuestro destino, sabíamos que la carretera nos llevaría a algún lugar en donde pudiésemos pasar la noche y al día siguiente continuar hasta Ibagué, que se encuentra a poco más de 202 kilómetros de Bogotá.

 

Apenas comenzamos el camino de La Calera hacia Bogotá sentimos que la Zaigua estaba rara… otra vez no tenía potencia, el acelerador se quedaba hundido y una banda del motor estaba haciendo mucho ruido. Nos preocupamos bastante.

 

Nuestro plan era llegar a la ciudad y buscar en Ferricentro o Home Center las pipetas de gas propano que necesitamos para la estufa. Llegamos a Ferricentro y las encontramos por COL$26,000 – poco menos de 15 dólares -, el triple de lo que las comprábamos en México. Estábamos convencidos, tendríamos que comprar una estufa de gasolina; el combustible se encuentra fácilmente y es mucho más barato que el propano, ahora sólo debíamos encontrar la estufa….

Nos preocupaba una cosa: la Zaigua por poco y no sube la rampa del estacionamiento, la rampa!!! Tenía CERO potencia. Días anteriores habíamos tratado de contactar a John, un chico que conocimos en Taganga y pertenece al Vespa-Volkswagen Club, pero por cuestiones de tiempo no lo llamamos. Era el momento indicado para hacerlo.

 

John fue hasta Ferricentro para ver qué estaba sucediendo. La camioneta necesitaba que la lleváramos a un taller, pero todo indicaba que hoy no podría ser. Ya que tendríamos tiempo, aproveché para llamar a mi amigo Juan, a quien conocí hace unos dos años en Guadalajara mientras el hacía un intercambio en mi universidad, y desde que llegamos a Colombia ha estado en contacto con nosotros, ayudándonos con consejos y demás. Quedamos en ver a Juan en su casa, la cual se encontraba increíblemente lejos de donde nosotros estábamos.

 

Hoy no sería posible que revisaran la camioneta, y aún no sabemos si mañana lo será, ya que es el día anual sin auto en Bogotá, oséase, ningún carro circula a menos que sea de un diplomático o de transporte público. No sabemos si será posible mover la Zaigua a algún taller.

 

El trayecto a la casa de Juan fue una tremenda odisea, por lo visto equivocamos el camino desde el principio sin darnos cuenta hasta que salimos de la ciudad…. Obviamente algo estaba mal. Con ayuda de un anciano, un guardia, una señora, un policía y Juan logramos llegar a la casa después de casi tres horas de conducir.

 

Nos recibió la madre de Juan, él estaba esperándonos en una biblioteca en la que se suponía nos encontraríamos, pero ni él nos vio a nosotros ni nosotros a él, así que buscamos la forma de llegar a su casa, y la encontramos!

Juan nos llevó a cenar unas hamburguesas que en vez de pan tenían  tortilla de harina, muy ricas…

Pasamos el resto de la noche platicando.

 

Hoy dormiremos en casa de Juan y mañana veremos qué pasa con la Zaigua…  Ha sido un día de sorpresas, pero todo pasa por alguna razón.

 

Andrea

 

 

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Comentarios: 1
  • #1

    ame (lunes, 11 febrero 2013 22:15)

    definitivamente genial y original, manana desayunare una amburguesa de estas

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