Susto en la madrugada

Hoy iniciamos  el día con el pie izquierdo desde muy temprano…  A eso de las tres o cuatro de la mañana me despertó un dolor muy fuerte en el pecho, al incorporarme me dieron náuseas y eso me alertó.  Desperté a David diciéndole que me sentía muy mal y le pedí que me llevase al hospital. Entre más tiempo pasaba el dolor en el pecho era más agudo.  

 

 

David saltó inmediatamente y a tropezones al asiento de enfrente, encendió la camioneta y preguntó al chico en turno -en la gasolinera en que estábamos  pasando la noche- dónde estaba el hospital.  Sarmiento es un pueblo chico así que pronto estábamos ahí.

A mi llegada le siguieron unas diez horas de  observación y varios diagnósticos.  Al principio me dijeron que seguramente era gastritis, luego me dijeron que el dolor de pecho podía deberse a un virus  que ataca el cartílago que hay entre las costillas. Para lo segundo me pusieron una inyección de analgésico, que a lo sumo tardaría una hora en hacer efecto, pero jamás me quitó el dolor.

 

Dado que las náuseas seguían me dijeron que probablemente estaba embarazada y no me había dado cuenta, yo ya había dejado de prestar atención, solo quería acostarme porque me sentía muy mal.

Entonces a la doctora  se le ocurrió que podía ser algo más  y me llevó a una sala para hacerme un electrocardiograma.  Todo indica  que la arritmia inofensiva que me detectaron hace exactamente un año volvió a presentarse, ahora de manera más contundente.

 

En el electro mi corazón dio malas señales, al parecer estaba descendiendo el ritmo de palpitaciones y eso desencadeno lo demás. Entonces la doctora me dio una pastilla que estabilizaría mi ritmo cardiaco.  Me hicieron dos electros más dentro de las siguientes horas, en los cuales mi corazón actuaba perfectamente normal.  

Para este momento ya había cambiado el turno de guardia así que tenía otro médico, él me dijo que no estaba convencido de qué era lo que estaba sucediendo, ya que podía  ser algo completamente inofensivo o un bloqueo –no entendí bien lo que es el bloqueo.  Así que llamó a una cardióloga. Él no creía que en realidad los tres electros que le estaban presentando eran de la misma persona.

 

Algunas horas más tarde llegó la cardióloga  quien me dijo que del dolor de pecho no debo preocuparme “porque no es tu corazón lo que duele, es  la caja torácica”, “la arritmia que tienes es benigna, es algo muy común”. Así que todo se redujo a pastillas de  ibuprofeno para el dolor en el pecho y Omeprazol para la gastritis –que sé que nada tiene que ver aquí, pero agradezco mucho el detalle de darme medicamento para mi estómago tan quejumbroso.

 

Según estuve leyendo, lo que sucede en mi pecho, y lo que los médicos me decían, es un padecimiento que se llama costocondritis –inflamación del cartílago que une las costillas con el esternón, el cual no se tiene claro por qué es que aparece y para que se quite no hay más que esperar.

 

Una parte muy positiva de esto, es que no tuve que pagar nada por la atención médica que recibí, ni por el medicamento y los electrocardiogramas. Es en realidad una suerte poder recibir tratamiento médico sin tener que ir sumando cada pastilla que te dan.  Más aun durante un trayecto como el que estamos haciendo.

 

Lo que me dejó más tranquila es que, contrario a lo que me había dicho la doctora que me atendió al principio, la cardióloga me dijo que no debo tomar medicamento para controlar mi ritmo cardiaco y tampoco me puso restricciones, excepto tomar menos café.  

 

Mientras todo este proceso sucedía salieron a la venta en línea las entradas para el mundial en Brasil, y a pesar de que estuvimos conectados a la hora justa, no alcanzamos ninguna.

 

 

Ya que yo estaba estable y  debía pasar algunas horas en la sala de observación,  David salió a comprarme unas manzanas, entonces se dio cuenta de que teníamos la llanta pinchada-ponchada y decidió llevarla a reparar, en el intento por sacar la rueda rompieron uno de los tornillos que la sujeta al eje, y quedó atorado. Sacar esa pieza fue la primera tarea al salir del hospital. Por suerte encontramos una llantera en la que pudieron ayudarnos.  Aunque ahora la llanta está sujeta con cuatro tornillos en vez de cinco.

Mientras le rompían el tornillo al neumático y yo esperaba en la cama del hospital, un hombre pasó al lado de  la camioneta y –por qué no- con el hombro rompió nuestro espejo retrovisor. ¿Parece increíble no? Esa fue la segunda cosa por reparar al dejar el hospital.

 

Estábamos muy cansados y teníamos mucha hambre, así que lo poco que le quedaba al día decidimos pasarlo en la gasolinera –de nuevo- y aquí pasaremos esta noche también para mañana continuar nuestro camino.  El dolor en el pecho no se va, pero espero que sea algo pasajero y que en realidad sea algo de lo que no hay que preocuparse.

 

Como dice David: si hoy hubiésemos puesto un circo, nos crecían los enanos.

 

Andrea

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Comentarios: 2
  • #1

    Yola (viernes, 14 marzo 2014 11:55)

    Q locura Adre....son cosas del viaje y de escribir un libro.....menos mal q ya estas mejor y q solo fue un susto,una llanta,un tornillo y un espejo retrovisor...nada mas.....jajajjajaj cuidate querida.besos desde Perú.

  • #2

    Zaigua (sábado, 15 marzo 2014 15:58)

    Yolita, sí, menos mal que fueron cosas que se remedian y ojala algún día formen parte de nuestro libro jeje. Te enviamos un abrazo con mucho cariño, besos desde El Chalten!

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