Un Zoológico con mucha historia

Es muy difícil aburrirse en Buenos Aires, todos los días hay alguna actividad para realizar o visitar algún lugar nuevo para viajeros como nosotros. Hoy aprovechamos el programa de visitas guiadas gratuitas de la ciudad y pasamos la tarde en un Monumento Histórico Nacional: el Zoológico de Buenos Aires.

 

 

Enclavado en el barrio de Palermo y funcionando desde 1888, este lugar es historia viva de la ciudad porteña. En sus inicios era uno de los sitios favoritos por la clase más acomodada para pasear y socializar, llegó a ser un centro clandestino de detención y en la actualidad los niños no se cansan de ver su gran colección de animales.

Un zoológico siempre es controversial, ¿con qué derecho se tiene en cautiverio animales apartados de su hábitat natural? ¿Solo para qué nos demos el gusto de observarlos? Es cierto que las condiciones de cualquier zoológico nunca van a ser las óptimas ya que es imposible dar a los animales una premisa fundamental, la libertad. Sin embargo, ni todo es tan malo ni todo es tan bueno.  La totalidad de los animales que se exponen en este zoológico nacieron en cautividad, fueron intercambiados con otros zoológicos, fueron incautados por la policía o fueron donados por particulares, nunca se capturaron en su hábitat. Cuando es posible y con proyectos de conservación, se trata de introducir a ciertas especies como el cóndor andino, la aguará guazú o las tortugas marinas a sus ambientes naturales. El proyecto de los cóndores ya ha introducido más de 200 ejemplares en la Patagonia, una tarea muy difícil y costosa. 

El zoo cuenta con una gran variedad de animales: elefantes, felinos, monos, jirafas, osos, flamencos, etc. pero nuestra visita tuvo otro objetivo: los edificios históricos que hay dentro del recinto declarados Patrimonio Histórico. 

 

 

Cuando se inauguró el zoológico su finalidad no era la de educar, investigar y conservar como es en la actualidad, sino que era un lugar de ocio y esparcimiento y  se construyeron edificios que estaban en sintonía con el área de origen de los animales que se exhibían. Por eso la arquitectura se identifica perfectamente con la árabe, grecorromana o hindú entre otras.

Durante 2 horas recorrimos el zoológico de la mano de nuestro guía Mariano quien pacientemente respondía a todas nuestras preguntas sobre la arquitectura y los animales. Con sus historias nos trasladó hasta el siglo XX y nos enseñó lo equivocados que estábamos con algunas creencias ¿es cierto que las avestruces esconden la cabeza cuando están asustadas o qué los elefantes tienen miedo a los ratones? Aprendimos sobre la labor educativa, investigadora y conservadora del zoo y su transformación total a través de las décadas. 

Independientemente de si se está a favor o en contra de los zoológicos, el de Buenos Aires merece una visita.

 

 

David 

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