Las Marías: donde nace la Yerba Mate

Durante los seis meses que hemos pasado en Argentina, hemos sido testigos del importante papel que tiene la yerba mate en este país–como también lo vimos en Uruguay.  El mate no es solo una bebida ancestral, sino una tradición bien arraigada a la cultura argentina, un elemento social, y por sus propiedades químicas, es también una bebida estimulante y antioxidante.

 

En nuestros primeros días en Argentina, nos dimos cuenta de lo especial que era el hecho de que alguien  nos invitase a su ronda de mates: nos estaban incluyendo en su círculo social, por decirlo de alguna manera. 

 

Una vez que comenzábamos a tomar el mate iniciaba la conversación –cualquiera que fuese el tema. También tuvimos que aprender las reglas del círculo del mate: cómo cebar un mate – cómo preparar la yerba–, el orden a seguir entre quien toma y quien ceba, y por supuesto, el hecho de que todos los presentes comparten la misma bombilla y el mismo mate.  Tengo que mencionar, que ahora luego de seis meses es que podemos decir que realmente podemos cebar nuestro propio mate, conociendo la yerba y la tradición detrás de ésta.

 

Como una de nuestras últimas visitas en Argentina decidimos ir al lugar en el que nace la yerba mate que nos hemos acostumbrado a disfrutar: Establecimiento Las Marías, la yerbatera más grande del mundo.

Jorge Raúl Zendroni, R.P. y Comunicación Las Marías
Jorge Raúl Zendroni, R.P. y Comunicación Las Marías

Las Marías se encuentra sobre la Ruta Nº 14 en la Provincia de Corrientes, así que esta mañana apenas nos avisaron que la ruta se reabría gracias que el nivel del agua en el Río Uruguay había descendido, nos pusimos en camino desde Santo Tomé.  

 

 

Desde la carretera podíamos apreciar las plantaciones de té extendiéndose a lo largo y ancho de los campos que nos rodeaban. 

 

A nuestra llegada conocimos a Jorge Raúl Zendroni, quien se encarga del área de comunicación de la empresa. Jorge nos llevaría a dar un recorrido por Las Marías y nos contaría la historia de este sitio tan especial; por supuesto, primero preparó un mate que compartimos durante nuestra visita.

Los inicios de la estancia se remontan a 1912, año en que Víctor Navajas compra el territorio que heredaría al morir a sus siete hijos, ese mismo año.  Su viuda, Concepción Centeno de Navajas, tuvo la iniciativa de sembrar yerba mate, aunque sin éxito.  Fue su hijo Víctor Elías Navajas Centeno, quien en 1924 logró implantar con éxito yerba en Las Marías.

 

 

Así comienza una historia de tradición y familia que lleva por nombre Las Marías.  Esta empresa, fundada en medio de “la nada”, logró con éxito una producción integrada: desde la plantación de la yerba hasta el envasado y venta. 

 

La producción recibió el nombre Taragüi, y gracias a la calidad del proceso y de la yerba misma, pronto se distinguió como símbolo de vanguardia.  Hoy en día la familia de productos ha crecido y ha dado espacio a nuevas marcas: La Merced, Mañanita y Unión, que también se componen de yerba mate y tés.

Escuela Primaria de la Fundación Victoria Jean Navajas, dentro de Las Marías
Escuela Primaria de la Fundación Victoria Jean Navajas, dentro de Las Marías

Otro factor muy importante en Las Marías y pilar de lo que hoy en día podemos apreciar, es su gente.  Víctor Navajas Centeno no fue solo un hombre emprendedor, sino un líder consciente de lo importante que es retribuir a la comunidad y a la naturaleza.  

 

Alrededor de 1940, Navajas Centeno funda la primera escuela primaria e instaló Servicio Medico dentro del establecimiento; con esto garantizaba a sus trabajadores educación para sus hijos y salud para la familia.

 

 

Como parte de los proyectos sociales de la empresa, Las Marías dona capital para promover  avances en la educación local, no solo en el establecimiento, sino en la comunidad de Virasoro–en donde reside una parte de los trabajadores de la empresa.  Por otro lado, el establecimiento cuenta con una institución terciaria en la cual se imparten las tecnicaturas Superior Forestal y Tecnicatura Superior en Producción Agropecuaria, esto con el fin de ofrecer opciones educativas que pueden ser empleadas en la localidad. 

Recorrimos varios kilómetros al lado de las plantaciones de yerba, pasando también por las áreas naturales que se conservan como reservas.  Dentro del establecimiento hay varios espacios que no se explotan con el objetivo de preservar la flora y fauna autóctona.

 

Seguimos con nuestro recorrido hasta  llegar a las plantaciones de té, que encontramos florecidas bajo el sol del atardecer.  La experiencia fue encantadora, no solo por los paisajes, sino por los aromas.  En el aire flotaba el delicioso olor de que liberaban los tés durante el proceso de empaquetamiento  y se fusionaba  con el aroma de las yerbas al aire libre.

 

Antes de terminar con nuestro paseo, pudimos pasar por el área que Las Marías destina a su comunidad interna: el espacio en donde vive una cantidad significativa de trabajadores. El área es una zona residencial en medio de la naturaleza.  Con canchas de futbol, rugby y hockey, gimnasio al aire libre y asadores para el asado familiar de fin de semana.

 

 

Todo este espacio se hizo con el fin de promover un entorno familiar dentro de la empresa, para que los trabajadores pudiesen estar más cómodos y felices, y también como una forma de apoyo para aquellos que no tienen una casa propia. 

Conforme recorríamos el establecimiento, nos dimos cuenta –no solo de lo bella que es, sino también– de lo socialmente  responsable que es la empresa, el ímpetu que ponen en retribuir a la comunidad  y de lo  importante que es ser un emprendedor con los pies en la tierra.

 

Las Marías ha crecido poco a poco en sus 90 años de vida–siempre  pensando a largo plazo–, ha sabido adaptarse a los desafíos de las diferentes épocas que ha vivido y se ha interesado por formar una comunidad leal, bien retribuida.  Todos esos detalles en conjunto –además de la calidad de sus productos y procesos–forman la clave del éxito. 

Recepción de visitas: área de té
Recepción de visitas: área de té

Nos despedimos de Jorge luego de alrededor de dos horas de charlas y paisajes–aunque no sin antes tomar un rico té caliente de despedida.  Salimos de Las Marías con la puesta del sol, y al lado de la ruta las plantaciones de té nos acompañaron por varios kilómetros más.  

Algo es seguro: luego de estos seis meses en Argentina, el mate continuará el recorrido con nosotros en la Zaigua.  Ahora solo tenemos  una cosa en mente…  ¿dónde conseguimos agua caliente para tomarnos un mate para cerrar el día?

 

 

Andrea

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