Los giros que da la vida (y la ruta): La Zaigua se descompuso

Nos preparamos para dos o tres días de playa: compramos la comida necesaria para no molestarnos en movernos de donde quisiera que estuviésemos, planeamos el trabajo que haríamos y nos emocionamos por tener una playa para descansar de la ciudad.

 

Pero la realidad ha sido completamente distinta. Ayer llegamos a Maceió, una ciudad linda con una playa súper antojable, en la cual optamos por no parar ya que queríamos quedarnos en un lugar más tranquilo. A la salida de la ciudad la Zaigua no aceptó el cambió de marcha, después, al ponerla en primera simplemente la botó. De pronto un jaloneo; la camioneta no aceptó ninguna marcha, escuchamos un ruido muy fuerte y la Zaigua dejo de avanzar.

 

Nuestra suerte fue que nos detuvimos justo frente a una desponchadora en la que se encontraban dos hombres tratando de echar a andar un carro.

 

A la camioneta se le habían roto tres de seis tornillos de la junta homocinética, la misma que habíamos arreglado en Sao Paulo. La homocinética estaba aún como nueva, pero los tornillos quebrados quedaron atrapados en la pieza que va en la rueda. Los hombres de la desponchadora trataron de arreglarla por un rato, pero al final aceptaron que no sabían cómo hacerlo.

 

El calor era casi insoportable, y el sol aun peor. Se estaba haciendo tarde-tomando en cuenta que aquí el sol se mete poco antes de las seis de la tarde- y no teníamos idea de cómo íbamos a solucionar el problema.

La gente que nos estaba ayudando, aunque muy bien intencionada, no tenían idea de lo que estaban haciendo y eso hacia parecer todo mucho más grave y difícil de lo que era.

Al final un hombre que llegó al lugar nos remolcó con su kombi hasta un puesto de gasolina en el que pudiésemos pasar la noche. Ya que él tenía la kombi llena de cocos, nos dejó uno a cada uno y se fue deseándonos mucha suerte. “Una mano limpia la otra” dijo antes de irse.

 

Pasamos la noche sorprendidos por el giró que dio todo en un minuto y también preocupados por el problema que teníamos encima.

Hoy por la mañana los hombres de la desponchadora nos contactaron con un señor que podía ayudarnos a sacar los tornillos atorados. El hombre que llegó al puesto de gasolina en donde estábamos es un señor mayor que se llama Wilson; pudo extraer dos de los tres tornillos y nos dijo que así estaba bien. El problema comenzó cuando él insistió en “arreglar” la camioneta –no siendo él un mecánico.

 

Pasaron un par de horas y el problema de la camioneta parecía cada vez peor. El hombre tenía todas las piezas regadas por el suelo e insistía en refaccionar la pieza desarmada –la junta de la homocinética que se desarmó al sacarla–aun y cuando las partes estaban cubiertas de arena.

 

Después se insistió en quitar la homocinética de otra rueda para ver cómo era que funcionaba. Entonces tuvimos que ponerle un alto –aunque teníamos que haberlo hecho mucho antes. De pronto se acerca un chico: Felipe, quería saludar ya que vio la placa mexicana en la kombi y le dio curiosidad. Comenzamos a conversar y nos dijo que él forma parte del club Volkswagen de Maceió. En ese momento se nos dibujó una sonrisa en la cara.

 

Felipe nos contactó con su mecánico a quien vimos ya por la tarde. Don Wilson no quedó nada contento con hecho de que no fuese él quien se quedara a cargo del arreglo, pero no podemos permitirnos esa clase de riesgos.

Cuando llegó Leandro, el mecánico de Felipe, inmediatamente pregunto por una pieza faltante sin la cual es imposible armar la junta. Entonces nos dimos cuenta de que todo el tiempo que estuvimos con Don Wilson, él ni siquiera percibió que esa pieza faltaba–y nosotros tampoco, sin embargo, él era el “mecánico”. A pesar de todo nos sentimos más contentos que frustrados ya que por fin llegaba alguien que veía claramente el problema de la Zaigua y proponía una solución totalmente viable y por suerte, también costeable.

 

Leandro rearmó nuestra junta de homocinética con una pieza que él tenía, ya que esa pieza la perdimos ayer…

Cuando Leandro y Felipe regresaron al puesto de gasolina en el que esperábamos, ya era de noche y estaba lloviendo. Aun así Leandro se metió debajo de la rueda y comenzó a trabajar mientras nosotros conversábamos con Felipe y Matheus–otro chico del club quien vino a visitarnos cuando Felipe le contó que estábamos en la gasolinera y desde la tarde nos ha estado ayudando.

 

En poco más de media hora la camioneta estaba lista. Dejó de llover y hasta pudimos tomar un baño en la ducha del puesto de gasolina, nos quitarnos la suciedad y el sudor de ayer y hoy.

 

De pronto nos sentíamos completamente renovados. Los chicos nos invitaron a un encuentro que tuvieron justo hoy, y nos dieron la sorpresa de que los gastos del mecánico estaban casi completamente cubiertos por el club, además Leandro nos hizo un descuento con lo cual nuestra deuda con él quedó en 30 reales.

El club nos recibió con preguntas, sonrisas y muchas conversaciones. Un miembro del club cumplió años así que hasta pastel nos tocó.  Fue una noche divertida y nos ayudó a terminar de soltar el estrés que teníamos desde ayer.

 

Optamos por dormir en Maceió justo donde fue el encuentro, frente a la playa. Hoy cerramos el día muy agradecidos con la gente que nos ha ayudado–especialmente Matheus, Felipe y Leandro–y también con aquellos que aunque no pudiesen, lo hayan intentado.

 

Nuestro día dio otro giro y nos reposicionó en la ruta, listos para seguir mañana por la mañana. Ahora vamos a descansar, por fin… y mañana a la playa! –si todo sale bien 

 

Andrea

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Comentarios: 1
  • #1

    Antonio Perez (domingo, 19 abril 2015 07:50)

    que bueno que resolvieron el problema, siempre hay buenas personas en la ruta, saludos y suerte

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